Todos experimentamos momentos raros en los que nos llega una revelación cegadora, cuando de repente vemos las cosas de manera diferente a como nunca antes. Sin embargo, por lo general, aprendemos la verdad sobre nosotros mismos gradualmente, durante largos períodos de tiempo, a partir de una tranquila introspección. Todos somos espirituales, pero algunos de nosotros hemos aprendido a aprovechar con mayor eficacia la gran fuerza que reside en la parte espiritual de nosotros mismos. El espíritu no es bullicioso ni ruidoso. Ponerte en contacto con tu yo espiritual exige tranquilidad y soledad. Asegúrate de dedicar una parte de cada día a pensar y estudiar, a pensar y reflexionar sobre tu vida. Elije el momento y el lugar que mejor te permitan relajar la mente y dedicar tus pensamientos a la reflexión.