El privilegio de traer niños al mundo conlleva la responsabilidad de enseñarles los fundamentos del carácter sano.

enero 07, 2018

Una de las alegrías más grandes de la vida es la sensación de asombro que acompaña la llegada de un pequeño ser humano al mundo. Pero esa alegría está acompañada por una tremenda responsabilidad que encapsula perfectamente la necesidad de iniciativa personal. Puedes proporcionar a los niños todas las ventajas físicas de una buena infancia, pero a menos que te esfuerces por dar un buen ejemplo para que lo sigan, solo obtendrás consternación cuando lleguen a la edad adulta y se conviertan en vagabundos sin propósito. Tu iniciativa personal, ya sea que estés criando o no un hijo, siempre debe incorporar un comportamiento ejemplar. No puedes tomar atajos éticos, grandes o pequeños, sin que otras personas los observen y suponiendo que este comportamiento es algo que no te importaría haber rechazado. Seguramente cometerás errores, pero si siempre has buscado el mejor camino, otros lo recordarán y lo tratarán en consecuencia.

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